En noviembre de 1884 se celebra en Chicago el IV Congreso de la American Federation of Labor en el que se propuso que a partir del 1º de mayo de 1886 se obligara a los patronos a respetar la jornada de ocho horas, y si no, se iría a la huelga. Esta proposición se extendería por todo el país norteamericano, en mítines y concentraciones obreras. Llegado el 1º de mayo de 1886, los obreros elevaron una sola voz: A partir de hoy, sólo ocho horas diarias; ni una más.



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